viernes, 12 de abril de 2013

Libro. Acero (Todd Grimson)


Sinopsis:

        Justine es una vampira que vive en una lujosa mansión de los Ángeles durante los años 90.
Keith, es el ex guitarrista de un famoso grupo post-punk, al que unos matones le rompieron las manos. Cuida de Justine de día, mientras ella descansa. Por las noches, charlan sobre música y cine o van a buscar a alguna persona que le sirva de alimento.
Su monótona existencia se ve truncada cuando aparece David, un actor de cine mudo que Justine convirtió sin querer y que desea destruirla tanto como amarla.
Movido por el odio y una crueldad gratuita, se obsesiona con ella, hasta el punto de desear hacerle daño a través de la gente que la rodea.

Algo sobre el autor:

        Nació en 1952 en Seattle y se mudó a Portland, donde empezó a trabajar en un Hospital de Veteranos, en la unidad quirúrgica de cuidados intensivos. Luego empezó a trabajar en urgencias del Hospital Emanuel, experiencia que le dio pie a escribir su primera novela: "Within Normal Limits". Le siguen dos novelas con tema sobrenatural: "Brand New Cherry Flavor", con zombies y en 1996 publicó "Acero", su primera novela traducida al español.
Aunque se han comprado los derechos para llevar al cine las dos últimas, por el momento no hay noticias al respecto.

Novela:

          Acero es ante todo una novela donde se narra una historia de amor oscura, dolorosa, violenta y hasta cierto punto desencantada, con un transfondo que mezcla la realidad más oscura de los 90, junto con el género vampírico más perturbador.
          Segunda novela de Todd Grimsom y que fue publicada originariamente por HarperPrism en 1996. Se volvió a reeditar, esta vez por la editorial Valdemar en 2010 y con una de las portadas poperas más originales y acertadas que he visto en mucho tiempo. Debo de reconocer de hecho, que me compré el libro en parte por ella.
          Según una de las pocas entrevistas que he podido encontrar del autor, su idea era "escribir la última y definitiva novela de vampiros". Una idea que se vuelve pretenciosa, sobre todo después de leerla.
Sin embargo, debo reconocer que la novela es ligera, fresca y fácil de leer. Dentro de lo que podríamos considerar realismo mágico, mezcla la parte más oscura de la sociedad americana de los 90, donde las drogas y el punk gótico rondaban entre los jóvenes que finalizaban el siglo, junto con el género vampírico, que intensifica el lado oscuro que el autor quiere ofrecernos.
          Narrado como una película y a través de un objetivo oscuro y deformado, la historia se ve, por medio de diferentes personajes que la enfocan brevemente, como una ficticia noche americana, donde las poéticas visiones de Justine, se vuelven siniestras y surrealistas; como si de una gran cuadro entre prerrafaelista y del Bosco se tratase.
          El autor intentó, dentro de ese realismo, explicar la existencia de los vampiros desde un punto de vista científico, cosa que siempre encuentro un tanto desagradable. Es como exponer la existencia de los Reyes Magos o de los fantasmas de manera racional. Para aquellos que aún creemos en Narnia, es chafarnos el fondo del armario.
Sin embargo, estos vampiros, que al final parecen una mera excusa para ahondar más en la oscuridad de las almas (los que tienen) de los personajes, adquieren encanto a lo largo de la novela. Justine es una vampira de unos 400 años, que cuenta a través de flashback parte de su pasado, mientras olvida el resto. Esa amnesia, en cierta medida voluntaria, hace que el personaje no pierda parte de su inocencia y pueda vivir con ilusión, su historia de amor con Keith. Porque no olvidemos que ésta, es ante todo una novela de amor. Dos personas heridas, tanto física como psicológicamente, que reconocen en el otro, las cicatrices que cargan en su interior y que llenan con momentos en silencio, viendo películas, hablando de cine o de música, con un sexo manchado de una sustancia negruzca, que parece curar no sólo las heridas físicas, sino las mentales.
            Quizá el lado contrario lo ofrece David. Convertido por Justine y encerrado en un sótano durante años, representa el vampiro violento, que ha encajado su naturaleza nocturna desde un lado despiadado y salvaje, mientras disfraza la única humanidad que le queda, en representaciones teatrales esperpénticas, con yonkis y huérfanos góticos.
          Demasiados personajes quizá, para un libro tan pequeño, que terminan prácticamente siendo una coma más en la página y cuyos breves pensamientos, a penas nos dejan mostrar empatía por ellos. Destaca quizá Tamara, la doctora que intenta introducir ese enfoque realista que el propio autor quiere darle al mito del vampiro y que, como en la novela, fracasa estrepitosamente.

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