lunes, 29 de abril de 2013

Varios. Evolución de la imagen de los vampiros

 Vampiros antiguos:        

           Cada época tiene sus propios monstruos. Mientras en la Guerra Fría, Gotzilla y otros bichos mutantes aterrorizaban a los espectadores, los vampiros siempre han tenido su presencia en la historia, aunque variando su aspecto.
           Durante las civilizaciones antiguas, los vampiros aparecían como parte del folklore y de los mitos. Todo aquello a lo que no se le podía dar explicación, era considerado sobrenatural. Es curioso que en todos los pueblos, hubiera algún tipo de leyenda relacionada con los vampiros. La sangre, considerada la esencia de la vida, era un elemento tan dado a la creación de mitos y dioses, como la propia muerte.
Desde los escritos de la Odisea, donde era necesario derramar sangre ante el oráculo para poder entrar en contacto con el mundo de Hares, los sacrificios aztecas para alimentar  a los dioses, el sacrifico de toros en la antigua Grecia ante el altar de Marte, los vampiros-zombies saltarines Jiang Shi chinos, los monstruos necrófagos africanos, el mito erótico de Lilith en el judaísmo, hasta las perturbadoras lamias en Grecia.
Todos tienen en común la sed de sangre, la maldad, la monstruosidad, el miedo a lo desconocido.
Como leí en un foro decir de manera muy inteligente a Lord Damihus, ¿serán los vampiros actuales una evolución de aquellos dioses que adoraban nuestros antepasados?

Vampiros de la Edad Media:

           En la Edad Media y más adelante, durante el Renacimiento, la religión cristiana, junto con el miedo y la ignorancia que generó, no sólo dio lugar a hechos tan horribles como la Inquisición y la caza de brujas, sino a la propagación de historias de personajes  y sucesos con transfondo real, que daban pie a la resurrección de unos muertos que atemorizaban a la población.
El Conde Arnau de Mataplana, era un ser vicioso, traidor, temible, que fue condenado a vagar en compañía de una jauría de perros vampiros, que despedazaban a todo aquel que se ponía a su alcance.  Más famosa es la terrible Condesa Elizabeth Bathory, que se bañaba en la sangre de jóvenes para mantener su juventud.
           Se acusaban de vampirismo, a aquellas personas muertas que eran sospechosas de haber sido embrujadas, los maldecidos, los excomulgados y sobre todo, los suicidas. Tan absurdas eran algunas sospechas, como el hecho de ser el séptimo hijo, de un séptimo hijo, o que un bebé, naciese con dientes.
Aquellos que sufrían enfermedades como la catalepsia y la porfiria, eran directamente acusados de vampirismo. En el caso de la catalepsia, el cuerpo no reacciona ante los estímulos externos y se queda rígido. Muchas veces se terminaban enterrando a gente viva y al abrir el ataúd, encontraban arañazos que eran relacionados inmediatamente con el vampirismo.
La que extendió las características del vampirisimo, fue la porfiria. En ella, los enfermos sufrían fotofobia, mutilaciones faciales que iban desde las orejas y la nariz, hasta una deformidad en los labios, que dejaban ver los dientes como si fuesen mayores,encías descarnadas, intolerancia al ajo y una anemía que les producía una extrema palidez. En aquella época, ésta se combatía con tragos de sangre de animal.
            La Gran Peste Negra que asoló Europa en 1348, relacionó a las pulgas, causantes de su protagación con los vampiros, como culpables de la plaga.
El pánico hizo que muchas veces se enterrase a la gente aún viva. Al abrir sus atúdes, no sólo veían marcas de arañazos, sino una piel sonrosada y algo de sangre salir de su boca, que por desconocimiento, relacionaron con el vampirismo. En muchas zonas, comenzaron a enterrar a sus seres queridos boca abajo para que no equivocasen su camino, o les clavaban estacas de piedra, para evitar que se levantasen cuando ya no les correspondía.
Fue en esta época, donde se escribieron algunos tratados sobre vampiros, donde se recopilaban historias y mitos que hasta el momento, se habían transferido de boca en boca. Como De Nagis Curialium  de Walter Map (1190) y Chronicles, de William de Newburgh (1196)

Vampiros Contemporáneos:

           En plena Ilustración, durante el siglo XVIII, imperaba la razón, las leyendas y los mitos como los vampiros, fueron perdiendo fuerzas. Surge sin embargo, por primera vez, la palabra "vampiro" en inglés (1734) y en 1746, el monje benedictino Dom Augustin Calmet, publica su tratado sobre los vampiros, donde pretendía hacer una burla a todas las leyendas relacionadas con espíritus y monstruos y que terminó siendo la biblia de los amantes de lo sobrenatural, avivando el interés por los vampiros.
Aparecen los maletines caza vampiros, que hicieron furor desde principios del siglo XIX y que englobaban todo un kit para enfrentarse a los seres oscuros de la noche. Desde polvo de ajo y preciosas cruces forjadas en plata, hasta estacas y pistolas con balas bendecidas. Todo un kit que siguieron a las cacerías nocturnas por los cementerios y a la protección de los grandes señores, que guardaban su hogar de todo tipo de seres oscuros.
           Durante el siglo XIX, siguen dándose casos supuestamente reales, basados en supersticiones. Como el caso de la familia Ray de Jewell, en Connecticut, donde en 1854 y después de perder a varios miembros de su misma familia por la tuberculosis, que en aquel momento se desconocía, pensaron que los muertos se levantaban y robaban la sangre de los vivos. Así que se dedicaron a desenterrar a los muertos, a incinerarlos y a cortarles la cabeza, muchas de las veces incluso, llegaron a desmembrarlos.
En Italia, en 1872, Vincenzo Verzeni, fue declarado culpable de eliminar a varias personas por beber su sangre.

          A partir de la literatura gótica de finales del siglo XVIII y principios del XIX, surge el Romanticismo Oscuro, que evoca el pesimismo, el misterio y lo sobrenatural. Empezó con La Novia de Corinto (Goethe, 1797), y siguió con otras grandes obras como:  El Vampiro (Jonh William Polidoni, 1819) y Carmilla (Joseph Sheridan le Fanu, 1872) entre otros, donde se tejen  las grandes novelas clásicas de vampiros, que culminarán con el nacimiento de Drácula de Bram Stoker (1897). Empieza  entonces a despuntar un nuevo vampiro que se caraceriza por su elegancia, su maldad, su belleza. Un vampiro aristócrata que se verá en la película Drácula (Tod Browning, 1931), donde un maravilloso Bela Lugosi, será el reflejo donde todos los vampiros se verán a partir de entonces.
Su elegante capa negra y roja, sus buenos modales, su falta de alma, de sentimientos, su hipnotismo y otras características, serán explotadas y modificadas a partir de entonces.
            El cansancio del mito, hizo que salieran películas como Abbott and Costello meet Frankenstein (1948 y que en español se conoció por el ridículo nombre de Abbott y Costello contra los Fantasmas)
El gran Bela Lugosi había caído en el abismo de las drogas y la degradación y con él, había arrastrado el nombre de Drácula.

Vampiros Modernos:

              La era Hammer, con películas producidas entre 1955 y 1979, volvió a resurgir al mito. Se caracterizó por un vampiro donde por fín podíamos ver una sangre que sería cada vez má roja, una violencia marcada y unos prominentes colmillos, que adquirieron erotismo con el tiempo.
Empezaron con Drácula (Horror of Dracula, 1958), que sacó a la luz a la pareja que protagonizaría la mayoría de sus grandes éxitos: Christopher Lee y Peter Cushing.
A partir de los 70, empezaron a mezclarse el nudismo, el erotismo y el lesbianismo que terminaría mostrando a las vampiresas más sangrientas.
Esta sensualidad, sigue con películas donde el vampiro se "afroamericaniza", deleitando a la comunidad negra con mitos blancos, como Blacula (William Crain, 1972)
              Para esta época, el vampiro empezaba a perder carácter, mezclando el mito con historias absurdas y cómicas. Es la época de El baile de los vampiros (Dance of the Vampires. Roman Polanski. 1967) y que alcanzaría su culmen en los años 80, con dos películas clave: Noche de Miedo (Fright Night. 1985. Tom Holland) y Jóvenes Ocultos (The Lost Boys. 1987. Joel Schumacher).
No sólo se mezclaba el humor, la sensualidad latente que ya había explotado la Hammer en los cincuenta, sino también las hormonas adolescente, que daban pie a las mayores locuras del film.
Tanto una como otra, ofrecen una imagen del vampiro común, como la sed de sangre, la maldad y la vinculación de un héroe anónimo que irá aprendiendo de sus errores hasta conocerlos y vencerlos. Sin embargos, mientras los de Jóvenes Ocultos poseían ese aspecto de adolescente rebelde y andrajoso que vivían en cuevas, Jerry Dandridge, el vampiro de Noche de miedo, sigue la estela de los vampiros tras Bela Lugosi. Un ser amable, elegante, que vive cómodamente y cuya sed de sangre sólo es equivalente a su necesidad de sexo y lujuría.

Vampiros actuales:

           La publicación de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, que empezaría con Entrevista con el vampiro (1976), marcan un antes y un después en la imagen de los vampiros.
Por primera vez, nos acercamos al personaje del vampiro. La historia se cuenta en primera persona y es un vampiro, el propio Louise, el que lo hace.
El vampiro empieza a humanizarse, acercándose a ellos, descubriéndonos por primera vez sus dudas, su debilidades y el conflicto que les causan su nueva naturaleza.
Incluso el Dracula de Bram Stoker (Bram Stoker's Dracula. 1992. Francis Ford Coppola), se humaniza frente a la obra literaria, donde vemos que Drácula siente amor y sufre por Mina, a diferencia del libro, que siempre le movió más un instinto territorial y salvaje.
           En 2005 se publicó la saga de Crepúsculo, de Stephenie Meyer, que hizo resurgir al mito definitivamente en el mundo moderno.
Gracias a su fama, empezaron a salir sagar y películas que hasta el momento se habían quedado en el tintero. Porque no olvidemos que Meyer no descubrió al vampiro moderno, simplemente lo ayudó a salir.
Ya habíamos visto a Buffy Cazavampiros. Los personajes de Spike y de Ángel, sobre todo, ya mostraban esa imagen de la que hablábamos.
           La imagen del vampiro actual ya estaba caracterizada y esculpida y podemos desviarla en dos visiones diferentes.
Por un lado seguimos con la visión del vampiro. Guapo, moderno, con un acercamiento hacia lo humano, que lo convierten en un anti-héroe con un alma que hasta el momento no parecía tener, que consigue enamorarse y que lucha contra la sed de sangre, en algunos casos.
Desde películas como la saga completa de Crepúsculo, hasta serie como True Blood y The Vampire Diaries.
Por otro lado, tenemos la visión del cazador y la parte más salvaje y fiera de los vampiros, que radicaliza su aspecto y su sed de sangre hasta límites insospechados.
Lo encontramos en películas como Abierto hasta el amanecer (From Dusk Dawn. 1995. Robert Rodríguez), Vampiros de John Carpenter (John Carpenter's Vampires. 1998. John Carpenters) y 30 Días de Oscuridad (30 Days of Night. 2007. David Slade)
             Esperemos que con el tiempo, la imagen de los vampiros sigua evolucionando y sorprendiéndonos con nuevas incorporaciones en el mundo oscuro.




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